Durante más de 100 años, la gente a menudo tenía que esperar una semana para ver las fotos que había hecho. Los reveladores de películas utilizaban carteras fotográficas – unos alegres sobres ilustrados – para devolver las fotos a los clientes. En ellos se mostraban los temas que se consideraban adecuados para una instantánea: niños de ojos brillantes, parejas risueñas, mascotas adorables y paisajes perfectos; también reforzaban las prohibiciones por lo que omitían.
Este publicación parte de la colección personal de la autora de la misma, Annebella Pollen, que abarca las carteras fotográficas desde los principio del siglo XX hasta los años noventa. A partir de este ameno libro se puede trazar un siglo de fotografía popular en Gran Bretaña: el nacimiento de un nuevo pasatiempo de ocio de masas dirigido principalmente a las mujeres, el aumento del número de propietarios de cámaras tras la Segunda Guerra Mundial y, detrás de todo ello, las condiciones de trabajo de las personas que procesaban las películas.