«Desafiando el inquieto sentimiento de no pertenencia, la alteridad y las limitaciones culturales, el paisaje me ha ofrecido un alivio catártico, dando forma a un sentido renovado de conexión con la naturaleza.
Haciendo tanto paisajes reales como imaginarios, disuelvo el espacio y el tiempo, creando una interrupción, una ausencia, dando la sensación de estar en otra parte. La realidad está suspendida, recordándonos que somos solo una pequeña parte de la naturaleza, unidos a ella.
Hay una invitación que nos busca para reflexionar y meditar, para crear un momento de vacío, una chispa de conciencia. En todos los matices de la sencillez se revela lo divino, ayudándonos a comprender el mundo a través de un acto de soledad.
La fotografía se convierte en un instrumento a través del cual puedo revelar no solo la naturaleza que me encierra sino la naturaleza que refleja el paisaje interior. Surge un silencio, reproduciendo un universo tranquilo y precioso suspendido en el tiempo junto al mundo mismo. Un espacio trascendental que evoca una alegoría de un lugar llamado hogar.»
Francisco González Camacho.